jueves, 20 de octubre de 2011

EXTRAÑOS EN UN TREN

Hoy es su cumple. La historia no arranca acá, sino meses atrás. Casi sin querer nos chocamos por casualidad -no creo en las casualidades-. La noche era fría y evocaba un nuevo aniversario de la muerte de Eva. Ese lugar público era escandalosamente acogedor. Sí, a la vista de todos. Dale que dale. Y dale que va. Llegué a casa justo para ver el acto por T.V.. Y ahí estaba ella entonando su discurso cuando casi en simultáneo se dispara el primer texto: "Hola soy L....... chic* del ____". El jugar a ser y parecer todo el tiempo. Entre 1000 dudas el mismo error, principio y fin. Desde su primera invitación algo me hizo ruido. Pero quería jugar. Dos, tres, cuatro días, una semana y una tras otra. Su mitomanía cada vez más galopante era patológica. Pero yo quería seguir jugando. Entonces juguemos. A toda hora. Y le exigía llevar el juego al extremo. Pero... ya lo sabía. Resplandor de una mente (enferma) y sin recuerdos. Solías decir "primero hay que tener y eso es lo que yo no tengo". Es simple. Es claro. Por eso el juego terminó. Lo jugué hasta el final. Y lo gané.