martes, 20 de marzo de 2012

EL DIA QUE MURIO CHANQUETE

Un día como hoy pero de 1983 aquel viejo pescador retirado que había dejado su destartalada barcaza (La Dorada 1ª) varada en la roca de una ética a prueba de basura televisiva moría. El recuerdo es deudor de la serie Verano Azul, acaso la más repuesta en la historia de la televisión española. Acaso la mejor que pudo dar la España posfranquista. Acaso la mejor manera de introducirnos -por estas comarcas- a la nueva "aventura" democrática argentina. El final de un verano que nos signo para siempre.

Pero ¿por qué nos marco tanto Chanquete? Por su fuerte imagen de Dios padre en el cuerpo y alma de Antonio Ferrandis con púberes apóstoles desorientados en bicicleta y con una María Magdalena rubia y algo cursilona que lo tenía como confesor. Es que ese viejo panzón y barbudo de carcajada potente que tocaba el acordeón no murió, ni morirá jamás. Porque representa la esperanza, las ilusiones y la dignidad de un país (podrá ser España, Argentina o cualquier otro) que todavía creía y cree en algo.

Es más que un icono de aquellos primeros años ochenta. Es un Quijote que encarna noblemente lo anárquico y lo establecido. Es simbolicamente el deseo de vivir en el país que queremos vivir. Fue como escribe el periodista y escritor Jesús Ruiz Mantilla "el impoluto pescador de nuestras transiciones". Que podrán ser políticas, de régimen, pero también generacionales o de época. Nadie muere del todo. Y Chanquete menos.