miércoles, 1 de abril de 2009

Y LA RATA SIGUE VIVA


Fue allá por el año 1983 que conocí a P. y a su familia (madre, padre, hermanos, tías y abuelos) radicales y Alfonsinistas hasta la medula. Fue allá por el año 1983 que aprendí a conocer lo que es crecer y vivir en democracia. Y a conservar una amistad con P. que hasta el día de hoy cultivo.

La era democrática radical constituyo para mi un descubrimiento de muchas sensaciones nunca antes experimentadas. Y así se sucedieron una serie de acontecimientos artísticos/culturales impulsados por la gestión de gobierno. Como olvidarlo. Era un momento de esperanza en el que muchos sueños parecían posibles. Y lo fueron. Desde entonces, por ejemplo, la Feria Internacional del Libro pareció resurgir de las cenizas de la dictadura. El museo Nacional de Bellas Artes recibió una cuantiosa y nunca antes vista muestra de la obra del artista Marc Chagall que me deslumbró. Los recitales multitudinarios de bandas locales (quizá Soda Stereo sea el más recordado) se sucedían uno a otra durante los primeros veranos radicales. Y el cine irrumpió por decisión propia por primera vez.

En 1986, Alfonsín compartió con Luis Puenzo la alegría por el Oscar logrado a la mejor película extranjera (la primera y única para Argentina) que recibió en Hollywood "La historia oficial" protagonizada por Hector Alterio y Norma Aleandro. Se estrenó el 3 de abril de 1985. La gestión de Manuel Antín al frente del INCAA brindaría apoyo también a otros testimoniantes títulos de esa época como "Darse cuenta" de Alejandro Doria o "Camila” de María Luisa Bemberg, que constituyeron verdaderos frescos de la situación vivida durante la última dictadura militar.

La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), convocada por Alfonsín y cuya presidencia se otorgó a Ernesto Sábato, comenzó a realizar investigaciones relacionadas con la desaparición de personas y a recibir todas las denuncias y pruebas, para luego llevarlas a la Justicia. El informe, que fue conocido con el nombre “Nunca Más”, fue entregado al presidente en 1984 acompañados de una multitud de 70.000 personas.

El 4 de octubre de 1984 la Cámara Federal como tribunal civil constituido toma la decisión de desplazar al tribunal militar que estaba enjuiciando a las juntas para hacerse cargo directamente del juicio. Meses después se dictaría la sentencia condenando a Jorge Rafael Videla y Eduardo Massera a reclusión perpetua y a otros integrantes de la cúpula militar a condenas menores.

Se estimaba que en esa época existían más de 3.000.000 de personas, un 10% de la población, separadas de hecho, inhabilitadas para volver a casarse legalmente. Bajo el gobierno de Alfonsín fue presentado nuevamente un proyecto de ley de divorcio vincular, que fue sancionado como Ley el 8 de junio de 1987 a pesar de una fuerte presión ejercida por la Iglesia Católica para que se vetará la ley, finalmente eso no ocurrió. Pero si que el obispo de Lomas de Zamora, monseñor Desiderio Collino, excomulgó a los diputados de su diócesis por haber apoyado el proyecto proulgado ley. También se dio validez durante ese periodo a la patria potestad compartida en igualdad de condición ente el hombre y la mujer. La cúpula eclesiástica mantuvo siempre un enfrentamiento con el gobierno. Alfonsin nunca se auto proclamo católico practicante. Pero si fue honesto y austero en su gestión. En sus discursos luego de muchos años se volvió a escuchar aquella (mala) palabra: Pueblo. El pueblo hoy tan reemplazado por ese eufemismo de "la gente".

Alfonsin ha muerto ayer a las 20.30 hs. Muchas cosas he pensado y como siempre quedan fuera de la memoria al momento de expresarlas en este espacio siempre libre y tiranico a la vez. Que nos quede el recuerdo de un hombre honesto y sencillo que aún con sus propias contradicciones visiblemente expresadas sobre todo en la última etapa de su gestión, constituyó el pilar fundacional para sostener y fortalecer en el tiempo un proceso democrático siempre tituveante en nuestro país. Todo lo demás ya lo conocemos. Ahora al enterarme de su muerte y apelando a la melancolía de un tiempo que supo o quizo ser mejor la primera ráfaga que se me cruzo por la cabeza fue: "y la rata sigue viva". Por que la muerte no es justa para nadie. O por lo menos no debería.

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