La tarde de Febrero era calurosa y estaba llegando a su fin. Caminaba por Niceto Vega en plan disfrute de un barrio que recién descubría. Hace unos cuantos años. Palermo empezaba a ser Soho, Hollywood, Queens o que se yo. Cruzando Fitz Roy ahí lo encuentro recostado sobre un lounge especialmente ubicado en la entrada de su local. El con sombrero y tiradores me invita a pasar, me enseña el lugar, su nueva guarida palermitana.Su apelativo deviene de la denominación de su reducto musical más conocido y renombrado, La Casona del Conde de Palermo, ubicado también en Palermo en la calle Honduras entre Bulnes y Salguero, que a lo largo de casi dos décadas albergó a lo más representativo de la canción y la música popular argentina. Todas las voces tuvieron lugar en ese histórico café concert. No hay que olvidar las temporadas de teatro con El señor del baño de Rudy Chernicoff y muchos otros espectáculos.
Lamentablemente ese lugar fue erradicado por una cadena de supermercados una vez que adquirió los terrenos linderos para instalar un nuevo super-mega-alfredo-coto , a pesar de haber prometido que no iba a tocar esa estructura e iba a instalar allí un espacio para "productos especiales".
Alejandro Maria Zambonini fue farmacéutico y dueño de un negocio de esa especialidad en sus comienzos, pero luego el Conde se dedicó con entregada pasión al negocio de la música. Desinteresado de las ganancias que sus amigos artistas le podían aportar confió en muchos de ellos, siempre con la incondicional colaboración de su mujer Tina y sus hijos Juan Pablo, Mara, Gonzalo y María Laura.
Ya sin su Casona, el Conde tuvo otra gran guarida que se inauguró en 2003, El Condado, un emprendimiento ambicioso del que hacía mención al comienzo.
Desde 1982 en estos mágicos reductos estuvieron presentes Mercedes Sosa (Madrina artística de La Casona) Teresa Parodi, Juan Carlos Baglietto, Lito Vitale, Adriana Varela, Patricia Sosa, Litto Nebbia (su gran amigo), Luis Alberto Spinetta, David Lebón, María José Cantilo, Miguel Cantilo, Sueter, Rudy Chernicoff, Leo Masliah, Rubén Rada, Joaquín Sabina, Luis Eduardo Aute, Nacha Guevara, Silvina Garrè, Andrea del Boca, Julia Zenko, Sandra Mihanovich, Vane Mihanovich, Gianni Lunadei, Los Fabulosos Cadillacs, Adrián Abonizio, Las Blacanblus, JAF, Marilina Ross (Madrina artistica de El Condado), Jaime Ross, Ignacio Copani, Celeste Carballo, Charly García, Nito Mestre, Soledad, Los Tipitos, La Missisipi, Memphis la Blussera, Axel, Fabiana Cantilo, Willy Iturry, Chaqueño Palavecino, Horacio Guarany, Santiago Feliu, Raúl Porchetto, Yamila Cafrune, Black Amaya, Ciro Fogliatta, Alejandro Medina, entre tantos otros artistas.
Sea la Casona (antiguamente) o el Condado (recientemente), estos lugares fueron autenticas guaridas (y nunca mejor el término utilizado) para describir el ambiente de pertenencia donde cobijados por una gran presencia pudimos -sean cual sean nuestros gustos o preferencias musicales- disfrutar libremente de lo más maravilloso que tiene este mundo: LOS ARTISTAS.
Soy Un Artista! despide en este recuerdo al Conde del (único-viejo-auténtico) barrio de Palermo.



Son tan distintas y tan parecidas. Hoy cumplen años y cada una en lo suyo, son dos emblemas de lo nacional, de lo autóctono, de lo nuestro.
La "Coca" nació en Concordia, provincia de Entre Rios e inició su carrera como modelo, llegando a ser coronada Miss Argentina en 1955. Es la abandera del denominado "sexo ingenuo" explotado por Armando Bo, su compañero de toda la vida, durante los años '50, '60, '70 y principio de los ochenta. Conocería sus primeras películas gracias a la TV. “El trueno entre las hojas” fue masivamente conocida por las nuevas generaciones, algún sábado a la noche durante la década del 80 en “Función Privada”, aquel ciclo mítico del cinéfilo dúo dinámico; Carlos Morelli y Romulo -vaso de whisky en mano- Berruti, por el entonces ATC. El cine de Bo (el hacedor) y la Sarli (su musa) encontro su climax en el sexo y la violencia, pero sin pretensiones ni guiones estructurados. Criticada una y otra vez por los moralistas (la patrulla del buen gusto incluida) de turno y censurada hasta lo absurdo por los fachos de ocasión, la Coca representa aún hoy lo más genuinamente argentino. Como el Dulce de Leche, el colectivo o por que no el Peronismo.