lunes, 16 de marzo de 2009

LA VIDA ES UN CABARET


A Liza con una Z le pasó de todo. Condición necesaria para ser una verdadera diva rutilante. Su vida estuvo enmarcada en el show bussines desde pequeña. Hija del director de cine Vicente Minnelli y la actriz Judy Garland (El mago de Oz) con el tiempo se convirtió en el icono gay venerado que todo transformista desea imitar. Es fuerza y debilidad. Inocencia y talento comprobado. Pero sobre todo es honestidad y sensibilidad artística. Nació el 12 de Marzo de 1946 en Los Angeles, California (EE.UU.) y desde pequeña trabajó en cine y participó junto a su madre en el mundo del espectáculo.

Liza es una de las pocas performers vigentes en haber ganado los cuatro grandes premios que ofrece el mundo del espectáculo norteamericano (el Oscar, el Emmy, el Tony y el Grammy). Su filmografia abarca "Dime que me amas, Junie Moon" (1970), "Cabaret" de su amigo Bob Fosse (1972) por la que ganó el oscar a mejor actriz por su interpretación de Sally Bowles y "New York, New York" de Martin Scorsese (1977) de donde se desprende uno de sus mayores éxitos de su carrera: la canción New York, New York. Esta supera ampliamente cualquier otra versión conocida inclusive la del viejo Frank. En televisión se destacó con el show Liza with a 'Z' (1972) y en el melodrama A Time to Live (1985). El teatro la terminó de consagrar con Chicago (1975) y Victor/Victoria (1995).

Es increíble pensar que todavía esté sobre el escenario, con su talento intacto, teniendo en cuenta su edad. Pero más difícil es pensarla quebrada. Esta mujer, tiene, como Judy, una mezcla inquietante de fragilidad y fuerza.

Es reconocida como actriz, performer, cantante y bailarina por todo el mundo, su talento sólo puede estar opacado por una sensibilidad tan intensa que a veces Liza asusta, porque parece siempre al borde del quebranto. Sobrevivió a todo: cuatro matrimonios (uno de ellos era gay y murió de SIDA poco después de casarse), dos reemplazos de cadera, varias cirugías de rodilla, una encefalitis viral, alcoholismo y adicciones a las drogas. Sí, parece siempre al borde de las lágrimas, pero hay algo de fuerza en su naturaleza, que sigue siendo menuda a los 64, todavía con su (emblemático) corte a la garçon y sus ojos almendrados y recargados de maquillaje, sus largas pestañas, siempre. Dice que su padre alguna vez le dijo que debía ser “extraña y extraordinaria y que es "una persona de aspecto poco convencional que es querida por la gente que se siente diferente”.

Y lo fue. Hasta hoy. Y lo será. Para siempre.

No hay comentarios.: