lunes, 1 de marzo de 2010

RÖYKSOPP: DE NORUEGA LO MEJOR

Torbjorn Brundtland y Svein Berge son el dúo Royksopp, última sensación surgida en Noruega. Influenciados por Erik Satie y por el compositor de bandas sonoras Francis Lai, Röyksopp utiliza líneas de bajo muy similares, aunque menos sugerentes y más encauzadas a crear tensión rítmica. Los dos nacieron en Tromso, cuna de uno de los personajes más importantes del pop de este país, Geir Jenssen, miembro fundador del grupo Bel Canto y alma mater del proyecto Biosphere. Precisamente Geir Jenssen fue el que los animó a grabar su primer trabajo, cuando todavía eran un cuarteto y se llamaban Aedena Cycle, junto a Gaute Barlindhaug y Kolbjorn Lyslo en el año 1994. Más tarde Torbjorn Brundtland junto a Rune Lindboek y con el nombre de Those Norwegians, publica el álbum Karminsky Park (1997), un acercamiento al house más ambiental. En 2001 y ya como dúo Röyksopp, debutan con Melody A.M., trabajo que vio la luz en la prestigiosa discográfica Wall Of Sound, y que recibió las mayores alabanzas de publicaciones como DJ Magazine o Muzik. Su faceta como productores es también remarcable, pues han producido a artistas como Boy George, Felix Da Housecat y el recopilatorio de Bel Canto. Fueron teloneros en sus comienzos de Moby, además de actuar junto a Basement Jaxx, Orbital y Pulp y de participar en numerosos festivales como The Big Chill o Glastonbury. Sus conciertos en directo son una tormenta de ritmos bailables, de aires pop que les llevan a ser comparados con Erasure y The Orb de igual manera. En su segundo trabajo, The Understanding (2005), un álbum que cuenta con acompañamientos vocales notables, como los de Chelonis Jones, Karin Dreijer y Kate Havnevik, definitivamente se instalan en las sombras del mainstream. Pero en 2009 Royksopp editan Junior su consagrante nuevo y último disco donde crean música ambient con combinaciones de música lounge y funk electrónico con bandas de sonido de películas y ritmos que se escuchan en los clubes, consiguiendo captar la atención tanto de clubbers como de fans del pop-rock. Una invitación al baile o a la escucha pausada y con auriculares. Quizá sea Tromso, el punto de confluencia de Noruega, Suecia y Finlandia y distante unos 600 kilómetros del Círculo Polar Artico, ese lugar del mundo en el que Otto y Ana (los protagonistas del film de Julio Medem), viajaron para comprobar que su propia vida estaba a punto de extinguirse, el causante de esos sonidos etéreos, la música nacida bajo el signo de un existencialismo trágico y supersticioso.

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